Hola, les dejo el link para que escuchen y vean el video del cuento de Eduardo Galeano: "Pájaros prohibidos". (Siempre, al igual que nuestro Rey Zaparrastroso, podemos ser libres en ideas y creatitividad).
https://www.youtube.com/watch?v=_pah2mSDcxM
¡Hola, segundo! Nuevamente tuve inconvenientes para subir el texto que les había anticipado de Bodoc. Por eso opto por darles éste para que realicen las actividades. Es un cuento breve del escritor uruguayo Eduardo Galeano. (Leanlo atentamente y luego realicen en la carpeta las actividades que les indico, como una manera de ir repasando los temas que evaluaré en la fecha acordada).
Coloquen el título: "Actividad del blog". Texto literario: "El rey zaparrastroso" y luego resuelvan las consignas.
El rey zaparrastroso
Tarde a tarde, lo veían. Lejos de los demás, el gurí se sentaba a la sombra de la enramada, con la espalda contra el tronco de un árbol y la cabeza gacha. Los dedos de su mano derecha le bailaban bajo el mentón, baila que te baila como si él estuviera rascándose el pecho con alevosa alegría, y al mismo tiempo su mano izquierda, suspendida en el aire, se abría y se cerraba en pulsaciones rápidas. Los demás le habían aceptado, sin preguntas, la costumbre.
El
El rey zaparrastroso
Tarde a tarde, lo veían. Lejos de los demás, el gurí se sentaba a la sombra de la enramada, con la espalda contra el tronco de un árbol y la cabeza gacha. Los dedos de su mano derecha le bailaban bajo el mentón, baila que te baila como si él estuviera rascándose el pecho con alevosa alegría, y al mismo tiempo su mano izquierda, suspendida en el aire, se abría y se cerraba en pulsaciones rápidas. Los demás le habían aceptado, sin preguntas, la costumbre.
El
El
Un día le regalaron, los demás, una guitarra. El gurí acarició la madera de la caja, lustrosa y linda de tocar, y las seis cuerdas a lo largo del diapasón.
La probó, la guitarra sonaba bien. Y él pensó: qué suerte. Pensó: ahora, tengo dos.
Actividades: "El rey zaparrastroso"
1. Luego de la lectura, definan "con sus palabras" qué es zaparrastroso y gurí. Para eso, utilicen sinónimos.
2. Averigüen cómo se denominan las distintas partes de una guitarra.
3. Hagan una lista con los núcleos narrativos que conforman el cuento.
4. ¿Cuáles son los párrafos en los cuales predominan las tramas descriptivas?
5. ¿Por qué el gurí experimenta ser una persona de suerte cuando los demás le regalan una guitarra?
6. ¿Cuáles son los indicios (pistas) que llevan al lector a pensar que el niño posee dos guitarras, tal como se nos presenta en la resolución del cuento?
7. Existe en literatura una figura literaria que se denomina "oxímoron" la cual consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto. Expliquen por qué el título del cuento utiliza esta figura.
8 de abril
Varios de ustedes me comentaron que no pueden acceder al link. Les pido, entonces, que busquen el cuento en Google:
"El enamorado y el otro".
Recuerden que tienen que leerlo y preparar una exposición oral sobre el mismo para el miércoles que viene.
Recuerden que tienen que leerlo y preparar una exposición oral sobre el mismo para el miércoles que viene.
¡Que tengan una buena semana!
¡Hola, segundo!
Les subo el link del cuento para leer y analizar. En esta oportunidad, pertenece a la autora Liliana Bodoc.
http://planlectura.educ.ar/wp-content/uploads/2015/12/Amigos-por-el-viento.-La-mejor-luna-Liliana-Bodoc.pdf
Luego de su lectura, preparen una síntesis (con sus palabras) sobre el cuento para exponer en nuestra siguiente clase. NO TIENEN QUE ENTREGARLA POR ESCRITO, SOLO ORAL.
Lean ahora las siguientes actividades. Éstas sí deberán ser realizadas por escrito.
En este cuento se relata la historia de dos adolescentes que
durante su niñez sufren episodios que transforman sus vidas.
a_ ¿Quiénes son ellos
y cuáles son esos episodios?
b_“A veces la vida se comporta como un viento…”, a partir de
esta comparación, transcriban las frases que refieran las acciones del viento y
que representan cambios en la vida de los protagonistas.
c_Frente a los vientos “que arrasan”, se “cierran las
ventanas”. Identifiquen en el cuento y transcriban esos momentos. Luego
expliquen para qué se cierran esas ventanas y qué significa, en el final,
“abrirlas”.
d_¿Quién narra la historia? Busquen en el cuento y transcriban
aquellas frases que muestren cómo ve a los demás, qué piensa o siente.
-----------------------------------------------------------------
Bienvenidos a este encuentro virtual 2018
Les presento el cuento acerca del que conversamos en la clase del 15 de marzo. Recuerden que analizar un texto narrativo conlleva, usualmente, más de dos lecturas del mismo.
Ya tienen las consignas, que deberán ser resueltas EN FORMA INDIVIDUAL y entregadas el miércoles 21 próximo.
¡Que tengan un buen fin de semana!
Prof. Lescano
“Rompecabezas” (García Pintos)
Era un pueblo de necios. Una
aldea habitada por pequeñas personas acostumbradas a vivir así, buscando la
manera de evitar problemas, no resolviendo situaciones, manteniendo relaciones
superfluas y pasajeras... Nadie conocía bien a su vecino y aun algunos ni
sabían si alguien vivía en la puerta lindera. Un día, un grupo de cuatro necios
organizan una excursión. Se trataba de un paseo por un bosque próximo a la aldea.
Así, sin previsiones ni provisiones, los necios salieron del pueblo. Llegados a
la entrada del bosque descubrieron que tenían delante de sus ojos la maravilla
oscura de caprichosos senderos y galerías diseñadas por árboles de frondosa
presencia y de húmeda acogida. Eligieron un claro como entrada y se
introdujeron en esa cautivante imagen. Una vez adentro, fácilmente quedaron
atrapados por una maraña espectacular de sombras que confundieron sus pasos y
les hicieron perder la referencia de la entrada escogida. Sin más que decidir,
continuaron adelante seguros de encontrar en cualquier momento una salida, por
azar, porque así debería suceder. Pronto, muy pronto debieron enfrentarse con
riesgos de todo tipo. Uno de ellos comenzó a percibir sonidos, ruidos extraños,
desconocidos. Enseguida pensó que se trataba de los duendes del bosque,
fantasmas que habitaban su húmeda oscuridad y que perseguían a los intrusos que
osaban invadirla. Sintió miedo, vaciló un momento, quiso huir pero pronto
reaccionó y encontró qué hacer: se tapó los oídos con sus manos, y quedó
tranquilo porque así, pensó, los duendes va no existen. Otro de ellos descubrió
entre las sombras cerradas del bosque presencias extrañas que lo seguían y lo
miraban. Se trataba de curiosos seres que aún modificaban sus formas a medida
que se acercaba o se alejaba de ellos y que surgían de la oscuridad como
personajes amenazantes. También sintió miedo. También quiso huir de ese círculo
en el que había quedado atrapado por las sombras y sus temores. Se sintió
perseguido y amenazado. Pronto reaccionó y, como sucedió con el otro necio,
descubrió qué hacer: se tapó los ojos con sus manos, y quedó tranquilo porque
así, pensó, las sombras amenazantes ya no existen. Un tercer necio, al que le
gustaba canturrear mientras caminaba, comenzó a sentir personajes invisibles
que con voces extrañas, lánguidas a veces y muy graves también, 4 repetían sus
cantos con una melodía diferente, más profunda tal vez. Sintió miedo. ¿Quiénes
serían estos personajes que repetían invariablemente sus voces con una
tonalidad que lo asustaba, con una sonoridad inquietante? Quiso huir de ellos
pero no pudo hacerlo. Adonde fuera, ellos lo perseguían repitiendo
espantosamente sus cantos. Pronto reaccionó, y cómo sucedió con los necios
anteriores, también a él se le ocurrió qué hacer: se tapó la boca y dejó de
cantar, y quedó tranquilo porque así, pensó, las voces amenazantes ya no
existen. El cuarto necio, al que le gustaba caminar y recorrer todos los
senderos del bosque, pronto descubrió que por más que caminara y caminara,
siempre llegaba al mismo lugar. Aceleraba el paso como si esto le permitiera
salir más pronto de ese laberinto verde oscuro en el que se había metido. Pero
nada resultaba; por más que corriera, siempre llegaba al mismo sitio. Tuvo
miedo. Se sintió atrapado por la propia imposibilidad de encontrar la salida.
Quiso huir, pero no logró hacerlo. Caminara hacia dónde caminara, los senderos
invariablemente lo conducían hacia el mismo lugar, siempre. Pronto reaccionó, y
cómo sucedió con los otros tres necios, descubrió qué hacer: se quedó parado,
porque así, pensó, los caminos no se cruzarían impidiéndole salir del lugar.
Pero, pronto, sintió que no había resuelto el problema. Permaneció parado allí
un momento... y tampoco había salido del laberinto... Este seguía existiendo en
torno suyo, cerrado, enigmático y verde oscuro. Pensó un instante y se dijo que
si existía una entrada debería existir una salida a la que sólo accedería
buscándola, y a pesar del miedo y del temor, se decidió a encontrarla. Tomó una
piedra, la ató a una cuerda que construyó con raíces y la arrojó hacia adelante
en medio de la espesura verde del bosque. Luego, siguiendo la cuerda como
sendero, se encaminó pausada pero decididamente. Así, inventando senderos a través
del verde espeso del bosque, llegó a la presencia del duende del bosque. Se
trataba de un pequeño y muy simpático personaje que con curiosa afectividad lo
recibió. El necio se asustó, pero no intentó huir de él porque percibió que era
bien recibido. El duende le guió hasta la más próxima salida del bosque. Al
llegar a ella, se encontró con una montaña curiosa formada por miles de piezas
de un rompecabezas gigante. Entonces le dijo que la única condición para salir
del bosque por esa, la única salida que el bosque tenía, era armar la figura
del rompecabezas íntegramente. Nuestro necio se sintió desilusionado por tener
que encarar tan ardua tarea, casi imposible teniendo en cuenta la apabullante
cantidad de piezas de la que se trataba. Más el duende del bosque lo alentó
diciéndole que debía intentarlo o volver hacia el centro del laberinto y
quedarse detenido allí, tal como ya lo había experimentado antes. El duende lo
dejó solo para que decidiera qué hacer y se perdió en la espesura del bosque
deseándole éxito. El necio inició el intento. Trabajó muchas horas tratando de
armar la figura en cuestión. Tuvo que enfrentar desalientos, fracasos,
frustraciones, desesperanzas y desesperaciones. Tuvo algunos éxitos y pudo
armar parcialmente algunos sectores del diseño. Buscando, intentando, armando,
encontró en medio de la montaña una pieza curiosa. Era similar a las demás pero
tenía una particularidad: en el canto de la pieza había algo así como un botón
rojo. La dejó de lado y siguió intentando. Pasado un momento volvió sobre
aquella pieza... y cómo si algo interior lo impulsara a hacerlo, accionó el
botón. Pronto presenció un hecho maravilloso. Inmediatamente, la totalidad de
las piezas comenzaron a ensamblarse automáticamente unas con otras, precisa y
prolijamente hasta terminar configurando la imagen perfecta y acabada del
rompecabezas. Sin salir aún de la sorpresa, percibió que se trataba del dibujo
de una puerta tan vívidamente pintada que parecía real. Tan real parecía que se
tentó de tomar el picaporte y abrirla. Así lo hizo y su sorpresa fue aún mayor
porque la puerta se abrió y al hacerlo, le permitió salir finalmente del
bosque. Pasó así a un paisaje espectacular, intenso, luminoso, con valles
regados por sinuosos arroyos y adornados por coloridos frutales, recorridos por
gentes que cantaban sin 5 taparse la boca, que miraban con un brillo especial
que no ocultaban y que disfrutaban escuchando cada sonido, cada canto, cada
silencio. Mientras él disfrutaba caminando por allí, mezclado, integrado con
éste, su nuevo paisaje, seguro de no volver más al pueblo del que partió, los
otros necios permanecían con los ojos tapados, los oídos tapados y la boca
cerrada, creyendo neciamente que, así, los fantasmas del miedo y del temor ya
no existían.
El Hombre Muerto
Por
Leopoldo Lugones
La
aldeíta donde nos detuvimos con nuestros carros, después
de efectuar por largo tiempo una mensura en el despoblado, contaba con
un loco singular, cuya demencia consistía en creerse muerto.
Había llegado allí varios meses atrás, sin querer referir su procedencia, y pidiendo con encarecimiento desesperado que le consideraran difunto.
De más está decir que nadie pudo deferir a su deseo; por más que muchos, ante su desesperación, simularan y aquello no hacía sino multiplicar sus padecimientos.
No dejó de presentarse ante nosotros, tan pronto como hubimos llegado, para imploramos con una desolada resignación, que positivamente daba lástima, la imposible creencia. Así lo hacía con los viajeros que, de tarde en tarde, pasaban por el lugarejo.
Era un tipo extraordinariamente flaco, de barba amarillosa, envuelto en andrajos, un demente cualquiera; pero el agrimensor resultó afecto al alienismo, y no desperdició la ocasión de interrogar al curioso personaje. Éste se dio cuenta, acto continuo, de lo que mi amigo se proponía, y abrevió preámbulos con una nitidez de expresión, por todos conceptos discorde con su catadura.
-Pero yo no soy loco -dijo con una notable calma, que mal velaba, no obstante, su doloroso pesimismo-. Yo no soy loco, y estoy muerto, efectivamente, hace treinta años. Claro. ¿Para qué me morí?
Mi amigo me guiñó disimuladamente. Aquello prometía.
-Soy nativo de tal punto, me llamo Fulano de Tal, tengo familia allá...
(Por mi parte, callo estas referencias, pues no quiero molestar a personas vivientes y próximas.)
-Padecía de desmayos, tan semejantes a la muerte, que después de alarmar hasta el espanto, concluyeron por infundir a todos la convicción de que yo no moriría de eso. Unos doctores lo certificaron con toda su ciencia. Parece que tenía la solitaria.
"Cierta vez, sin embargo, en uno de esos desmayos, me quedé. Y aquí empieza la historia de mi tormento; de mi locura...
"La incredulidad unánime de todos, respecto a mi muerte, no me dejaba morir. Ante la naturaleza, yo estaba y estoy muerto. Mas para que esto sea humanamente efectivo, necesito una voluntad que difiera. Una sola.
"Volví de mi desmayo por hábito material de volver; pero yo como ser pensante, yo como entidad, no existo. Y no hay lengua humana que alcance a describir esta tortura. La sed de la nada es una cosa horrible."
Decía aquello sencillamente, con un acento tal de verdad, que daba miedo.
-¡La sed de la nada! Y lo peor es que no puedo dormir. ¡Treinta años despierto! ¡Treinta años en eterna presencia ante las cosas y ante mi no ser!
En la aldea habían concluido por saber aquello de memoria. Pasaron a ser vulgares sus reiteradas tentativas para obligarlos a creer en su muerte. Tenía la costumbre de dormir entre cuatro velas. Pasaba largas horas inmóvil en medio del campo, con la cara cubierta de tierra.
Tales narraciones nos interesaron en extremo; mas cuando nos disponíamos a metodizar nuestra observación, sobrevino un desenlace inesperado.
Dos peones que debían alcanzarnos en aquel punto, arribaron la noche del tercer día con varias mulas rezagadas.
No los sentimos llegar, dormidos como estábamos, cuando de pronto nos despertaron sus gritos. He aquí lo que había sucedido.
El loco dormía en la cocina de nuestro albergue, o aparentaba dormir entre sus velas habituales -la única limosna que nos había aceptado.
No mediaban dos metros entre la puerta donde se detuvieron cohibidos por aquel espectáculo, y el simulador. Una manta le cubría hasta el pecho. Sus pies aparecían por el otro extremo.
-¡Un muerto! -balbucearon casi en un tiempo. Habían creído en la realidad.
Oyeron algo parecido al soplo mate de un odre que se desinfla. La manta se aplastó como si nada hubiera debajo, al paso que las partes visibles -cabeza y pies- trocáronse bruscamente en esqueleto.
El grito que lanzaron púsonos en dos saltos ante el jergón.
Tiramos de la manta con un erizamiento mortal.
Allá, entre los harapos, reposaban sin el más mínimo rastro de humedad, sin la más mínima partícula de carne, huesos viejísimos a los cuales adhería un pellejo reseco.
Había llegado allí varios meses atrás, sin querer referir su procedencia, y pidiendo con encarecimiento desesperado que le consideraran difunto.
De más está decir que nadie pudo deferir a su deseo; por más que muchos, ante su desesperación, simularan y aquello no hacía sino multiplicar sus padecimientos.
No dejó de presentarse ante nosotros, tan pronto como hubimos llegado, para imploramos con una desolada resignación, que positivamente daba lástima, la imposible creencia. Así lo hacía con los viajeros que, de tarde en tarde, pasaban por el lugarejo.
Era un tipo extraordinariamente flaco, de barba amarillosa, envuelto en andrajos, un demente cualquiera; pero el agrimensor resultó afecto al alienismo, y no desperdició la ocasión de interrogar al curioso personaje. Éste se dio cuenta, acto continuo, de lo que mi amigo se proponía, y abrevió preámbulos con una nitidez de expresión, por todos conceptos discorde con su catadura.
-Pero yo no soy loco -dijo con una notable calma, que mal velaba, no obstante, su doloroso pesimismo-. Yo no soy loco, y estoy muerto, efectivamente, hace treinta años. Claro. ¿Para qué me morí?
Mi amigo me guiñó disimuladamente. Aquello prometía.
-Soy nativo de tal punto, me llamo Fulano de Tal, tengo familia allá...
(Por mi parte, callo estas referencias, pues no quiero molestar a personas vivientes y próximas.)
-Padecía de desmayos, tan semejantes a la muerte, que después de alarmar hasta el espanto, concluyeron por infundir a todos la convicción de que yo no moriría de eso. Unos doctores lo certificaron con toda su ciencia. Parece que tenía la solitaria.
"Cierta vez, sin embargo, en uno de esos desmayos, me quedé. Y aquí empieza la historia de mi tormento; de mi locura...
"La incredulidad unánime de todos, respecto a mi muerte, no me dejaba morir. Ante la naturaleza, yo estaba y estoy muerto. Mas para que esto sea humanamente efectivo, necesito una voluntad que difiera. Una sola.
"Volví de mi desmayo por hábito material de volver; pero yo como ser pensante, yo como entidad, no existo. Y no hay lengua humana que alcance a describir esta tortura. La sed de la nada es una cosa horrible."
Decía aquello sencillamente, con un acento tal de verdad, que daba miedo.
-¡La sed de la nada! Y lo peor es que no puedo dormir. ¡Treinta años despierto! ¡Treinta años en eterna presencia ante las cosas y ante mi no ser!
En la aldea habían concluido por saber aquello de memoria. Pasaron a ser vulgares sus reiteradas tentativas para obligarlos a creer en su muerte. Tenía la costumbre de dormir entre cuatro velas. Pasaba largas horas inmóvil en medio del campo, con la cara cubierta de tierra.
Tales narraciones nos interesaron en extremo; mas cuando nos disponíamos a metodizar nuestra observación, sobrevino un desenlace inesperado.
Dos peones que debían alcanzarnos en aquel punto, arribaron la noche del tercer día con varias mulas rezagadas.
No los sentimos llegar, dormidos como estábamos, cuando de pronto nos despertaron sus gritos. He aquí lo que había sucedido.
El loco dormía en la cocina de nuestro albergue, o aparentaba dormir entre sus velas habituales -la única limosna que nos había aceptado.
No mediaban dos metros entre la puerta donde se detuvieron cohibidos por aquel espectáculo, y el simulador. Una manta le cubría hasta el pecho. Sus pies aparecían por el otro extremo.
-¡Un muerto! -balbucearon casi en un tiempo. Habían creído en la realidad.
Oyeron algo parecido al soplo mate de un odre que se desinfla. La manta se aplastó como si nada hubiera debajo, al paso que las partes visibles -cabeza y pies- trocáronse bruscamente en esqueleto.
El grito que lanzaron púsonos en dos saltos ante el jergón.
Tiramos de la manta con un erizamiento mortal.
Allá, entre los harapos, reposaban sin el más mínimo rastro de humedad, sin la más mínima partícula de carne, huesos viejísimos a los cuales adhería un pellejo reseco.
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http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/jacobs/la_pata_de_mono.htm
Sería interesante si alguno pudiera ver
el capítulo de los Simpsons, donde se hace alusión al cuento.
http://www.simpsonizados.com/simpsons-online-temporada-3/capitulo-07/Especial-de-Noche-de-Brujas-II
Bienvenido 2º A (2014)
Como les comenté en la última clase les subo 3, en vez de 1 cuento para que lean antes del miércoles. Luego tienen que elegir uno para analizar, identificar personajes, narrador y una síntesis de la historia, que comenzaremos a llamar "síntesis argumental".
Espero les gusten.
La profe.
El anillo encantado (María Teresa Andruetto)
Ifigenia tenía el
cabello rubio como el trigo y unos ojos más azules que el lago de Constanza.
Caminaba descalza a la
orilla del agua.
Era pálida y leve.
Parecía hecha de aire.
El emperador
Carlomagno la vio y se enamoró de ella.
Él era ya un hombre
viejo y ella, apenas una muchacha. Pero el Emperador se enamoró perdidamente y
olvidó pronto sus deberes de soberano.
Los nobles de la corte
estaban muy preocupados porque nada interesaba ya a Carlomagno.
Ni dinero.
Ni caza.
Ni guerra.
Ni batallas.
Sólo la muchacha.
A pesar del amor,
Ifigenia murió una tarde de abril llena de pájaros. Los nobles de la corte
respiraron aliviados.
Por fin el Emperador
se ocuparía de su hacienda, de su guerra y de sus batallas.
Pero nada de eso
ocurrió, porque el amor de Carlomagno no había muerto.
Hizo llevar a su
habitación el cadáver embalsamado de la muchacha.
No quería separarse de
él.
Asustado por esta
macabra pasión, el Arzobispo del imperio sospechó un encantamiento y fue a
revisar el cadáver.
Muerta, Ifigenia era
tan hermosa como cuando caminaba descalza junto al lago de Constanza.
La revisó de pies a
cabeza.
Bajo la lengua dura y
helada, encontró un anillo con una piedra azul.
El azul de aquella
piedra le trajo recuerdos del lago y del mar distante.
El Arzobispo sacó el
anillo que estaba escondido bajo la lengua.
Ni bien lo tomó en sus
manos, Carlomagno enterró el cadáver.
Y se enamoró del
Arzobispo.
El Arzobispo, turbado
y sin saber qué hacer, entregó el anillo a su asistente.
Ni bien el asistente
lo tomó en sus manos, Carlomagno abandonó al Arzobispo.
Y se enamoró del
asistente.
El asistente, aturdido
por esta situación embarazosa, entregó el anillo al primer hombre que pasaba.
Ni bien el hombre lo
tomó en sus manos, Carlomagno abandonó al asistente.
Y se enamoró del
hombre.
El hombre, asustado
por este amor extraño, empezó a correr con el anillo en la mano, y el Emperador
tras él.
Hasta que se cruzó una
gitana y el hombre le entregó el anillo.
Ni bien la gitana lo
tomó en sus manos, Carlomagno dejó de perseguir al hombre.
Y se enamoró de la
gitana.
Pero a la gitana se le
cayó el anillo al agua.
Ni bien el agua
recibió el anillo en su lecho, Carlomagno abandonó a la gitana.
Y se enamoró del lago
de Constanza junto al que Ifigenia caminaba descalza.
La buena noticia (Leo Maslíah)
Leticio vivía desde hacía diez años con su mujer, a la
que amaba con la misma intensidad que el primer día, o quizás todavía más, y
con su suegra, a la que detestaba también con la misma intensidad con la que la
había venido detestando todos esos años, o incluso más. La única razón por la
que no la echaba de la casa, o no tomaba alguna medida más drástica, como
hervirla en aceite o tirarla por el balcón cuando pasara el camión de la
basura, era el amor que sentía por su mujer, para quien albergar consigo a su
pobre madre enferma constituía un deber ineludible. Además, como el matrimonio,
pese a haberlo deseado con fervor, no había logrado tener hijos, la mujer, que
por otra parte no trabajaba, dedicaba todo su tiempo a cuidar de su
progenitora.
Pero un día las cosas amagaron cambiar radicalmente.
Leticio llegó a su casa, después de una ardua jornada
de trabajo, y su mujer lo recibió diciéndole que tenía para darle dos noticias,
una buena y una mala.
—Voy a empezar por la mala —dijo—. Leticio: esta tarde
murió mamá.
Leticio corrió al dormitorio de la vieja y vio que,
efectivamente, había quedado dura. Entonces corrió a poner un disco de rock
pesado y se puso a bailar frenéticamente, gritando:
—¡Qué bueno! ¡Si ésa es la mala noticia, lo que debe
ser la buena!
—La buena —le dijo su mujer— es que voy a ser mamá.
Leticio volvió a saltar de alegría. Hacía diez años
que venía deseando tener un niño que alegrara el hogar, y ahora, sin la vieja
que escorchara todo el día, ese hogar iba a transformarse en un verdadero paraíso.
Pues bien, al día siguiente, después del entierro de
su suegra, Leticio se fue a trabajar, y cuando salió, antes de volver a su
casa, fue a comprar ropa de bebé, para levantar el ánimo de su esposa. Pero
cuando llegó a la casa y se dirigió al dormitorio, donde creyó que encontraría
a su mujer, encontró que la que estaba esperándolo era la vieja, su suegra. Y
estaba viva. Él pegó un grito de horror, y entonces la vieja le dijo:
—¡Leticio, qué te pasa! Soy yo, ¿no me reconocés? Soy
tu esposa. Yo te dije, ¿no te acordás? Te dije que iba a ser mamá, y no pensé
que sucediera tan pronto, pero sí, sucedió, Leticio, ¡soy mamá!
La Muerte en Samarra (Gabriel García Márquez)
El criado llega aterrorizado a casa de su amo.
—Señor —dice— he visto a la Muerte en el mercado y me
ha hecho una señal de amenaza.
El amo le da un caballo y dinero, y le dice:
—Huye a Samarra.
El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se
encuentra la Muerte en el mercado.
—Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de
amenaza —dice.
—No era de amenaza —responde la Muerte— sino de
sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta misma tarde tengo
que recogerlo allá.
2013
Taller de escritura
El reencuentro inesperado (Por Yanet Pizarro)
Aquella noche fría y oscura donde había mucha neblina y los murciélagos rodeaban las casas abandonadas, una mujer llamada Eloisa decidió salir a caminar como lo hacia frecuentemente cuando sufría de insomnio, el barrio era aterrorizante; casas gigantes, algunas abandonadas, poca luz y muy pocos habitantes, porque ninguna persona pasaría por ahí siendo como es.
Cerca de donde estaba ella, había una zona urbana, pero pese a eso parecía muy abandonada. Era la primera vez que ella pasaba por allí. Tenía miedo de entrar porque era muy miedosa. Las copas de los gigantescos árboles se movían mucho por el viento que había, lo cual era tenebroso, los aullidos de los lobos aumentaban con frecuencia, y decidió no entrar. Caminando por la calle, aterrorizada y muy nerviosa comenzó a caminar con mayor velocidad. Queriendo llegar a su casa vio algo que la sorprendió; su gatito Clif que Eloisa tanto amaba y cuidaba, salio desde un conteiner y fue corriendo hasta la zona urbana, Eloisa comenzó a gritar y llamarlo para ver si el regresaba, pero nunca volvió, desesperada y aterrorizada tenia que tomar una decisión si es que el no regresaba, pero nunca volvió, rápidamente decidió esperar diez minutos, si el no volvía tenia que pensar otra cosa.
-Eloisa: Clifff, Clifff…
Cada vez aumentaba más el volumen de su voz.
Pasaron uno, dos, tres, y así hasta que llegó a diez, pensando que le había pasado algo malo a su gato, tomo una decisión difícil, rápidamente entró a la zona y comenzó a llamarlo con un tono de voz muy alto pero como la zona era demasiado no cabía duda que su gatito pudiera estar en cualquier sitio.
Buscó y buscó por casi más de una hora y media, cuando al fin un fuerte alivio y emoción llegó, al ver que un gatito estaba caminando a unos metros de ella, pero algo ocurrió
Al acercarse hacia el gatito un estremecimiento le corrió por el cuerpo, no era Clif; era un gatito muy parecido pero un detalle en particular que tenía clif. Ya muy cansada decidió volver a su casa. Cuando iba de regreso (por la zona) algo la sorprendió, un escalofrió estremecedor corrió por su sangre al oír un ruido muy particular, paresia ramas quebrándose, pero cada ves era con mas frecuencia. Algo se asomo.
Era grande, de mucho vello, y su rostro era muy similar al de un lobo; derepente se paro en dos patas y era de estatura superior a ella.
Eloisa se quedo completamente paralizada, el pánico no tardo en llegar. Tardo unos segundos en reaccionar, y cuando lo izo trato de correr. Como todos saben, los lobos y hombres lobos tienen un gran sentido del olfato, y rápidamente detecto su aroma, lo cual, empezó a correr y a buscar su presa.
Años anteriores Eloisa se había separado de su marido porque savia que algo le ocultaba.
Ella se escondió detrás de unos árboles inmensos. Se escuchaban los pasos del hombre lobo. Cuando Eloisa Camina hacia un lado del árbol vio que el hombre lobo no estaba, suspiro, al caminar hacia la posición que estaba anteriormente, el estaba allí.
- No me hagas daño, por favor, por favor.
El hombre lobo se acercó más y mas a donde estaba ella. Eloisa pensó que se la iba a comer o la iba a matar, pero no fue así. El hombre lobo no se la comió ni la mato, es mas, la abraso. Sorprendida y a la vez asustada, se quedo sin palabras. Se convirtió en hombre, y ¿quién era?, nada mas y nada menos que su ex marido.
- Se que no era como lo esperas pero no te quería asustar.
Sin decir nada ella se fue. El la percigio.
- Disculpa, tengo que buscar a clif.
- No te Preocupes, el esta bien y a salvo.
- Esta bien, lo único que quiero es irme a mi casa.
- Como tu quieras, pero tienes que saber que esto lo ise por ti.
Eloisa se fue.
Cuando llego a su casa Clif la estaba esperando afuera. Entró se acostó, y comenzó a pensar…
- ahora tiene todo sentido, la escapada de Clif hacia la zona urbana era para que el me viera
. Al fin y al cabo, se quedo dormida, al día siguiente se levanto y comenzó su vida como tos los días y para ella fue todo una aventura.
Evaluación de monosílabos y su tildación:
Alumnos aprobados:
Mangado, Herrera, López A., Rivero, Barrios, Ruiz, Fernández, Louis, Gauto, Chávez, Gullo y Cristaldo.
(En próximos dictados se evaluarán nuevamente los monosílabos).
OTRA VUELTA DE TUERCA
Henry James (autor de "Otra vuelta de tuerca") |
31 de mayo: Trabajo práctico grupal: Exposición sobre la biografía de H. James
(alumnos: Arancibia, Flores, Troitiño y Varela)
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ResponderEliminarGracias Román. Buena exposición la de hoy.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminarvirtualtvoflomas.blogspot.com.ar
ResponderEliminarustream.tv/channel/virtual-tv-of-lomas
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PROFE LESCANO SOY DÍAZ NICOLAS Y QUERIA SABER LO DE LA PRUEBA VA A SER LA UNIDAD 1, 2, 3, Y 4 ¿O CUAL?
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